viernes, 13 de junio de 2014

Si preguntan por ti...


Hola Ángela, sin duda que la vitalidad se contagia, se multiplica. Esto mismo decía una amiga mía con la que ayer estuve paseando por un viejo camino entre árboles, río, cantos de pájaros, flores, plantas... y luminarias de Dios. Esto último acabo de bautizarlo así aunque hace ya muchos años que vengo observándolas... Te gustará verlas a partir de ahora con este nombre. Y permíteme que no las descubra todavía, no tanto por mantener el misterio, que también, como por no entretenerme en ello ahora... Vuelvo a la playa hoy y acompañado de mi esposa.



Qué bonito te ha quedado esto de “Las estaciones son formas que la naturaleza utiliza para hablar. Las noches y los días son distintos abrazos de la vida, o pausas entre distintas expresiones de afecto y de vitalidad”.

Bueno, ésto y todo lo que sigue poeta. En esta ocasión has abierto el alma de par en par. Que no digo que no lo esté habitualmente... pero que en ocasiones se entorna...


Tuviste el privilegio, sin duda, pues así lo expresas desde el corazón pero, ¿y ellos? ¿No tuvieron acaso un privilegio igual, y tal vez mayor, por tu aporte, que no acababa, que no acabó nunca, con el inicio del verano? ¿No resuena en ellos hoy, y seguirá de por vida en muchos, esa enseñanza moldeadora del carácter y el aprendizaje para el caminar que la vida dispone?


Es cierto que dan mucho, más de lo que seremos capaces de percibir nunca. Pues las distracciones que como adultos vivimos sombrean muchas de sus naturales enseñanzas. Pero también es mucho lo que reciben de tantos...

No he contado el número de niños cuyo porvenir te dispones atar... No es necesario!. Esos sombreros sin rostro, pero llenos de vitalidad y alegría, saber y ansias de vivir, representan por ello a todos los niños del mundo... De éste y de cuantos puedan existir. ¡Qué de seguro existen en algún confín del universo. 

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Y sí!, si alguien pregunta por ti, le diremos que envuelta en soles y colores y “sentaíta en la escalera” Ángela pasa el verano con una prole singular... 

Un gran abrazo amiga mía.

Inspirado en el blog de Ángela:


lunes, 2 de junio de 2014

...flexible, que no frágil.

La semana pasada en una tarde primaveral parecida al día de hoy, había quedado con una persona para charlar sobre la situación que la atañe. Familiar en parte y personal en el no acabar de encontrarse a sí misma...

Quedamos en vernos en un parque próximo a su domicilio. Sombreado por altos y frondosos árboles y en el que hay también diversos juegos para niños. En uno de los bordes se levanta una pequeña ermita dedicada al Ángel de la Guarda.

Mientras la esperaba observé como un murciélago revoloteaba incansable en un tramo del río cuyas sombras eran más profundas. La corriente del río, sosegada, casi silenciosa, transcurría apacible por el ancho cauce. Según escribo ahora soy consciente del ambiente natural y tranquilo que disfrutamos. Acorde con los temas tratados y la gran sintonía que entre ambos se creó.

Algunos árboles tenían el tronco tan ancho que estuve calculando que se necesitarían casi dos personas como yo para abrazarlo. Y justo a su lado un tallo de hierba alto y flexible, que no frágil, se cimbreaba con la brisa que soplaba. Y recordé...

Recodé como hace unos tres años en el valle, en un día en el que el elemento viento sopló con inusitada fuerza, a saber qué o quién le había puesto así. Aunque también cabría estimar que se limitó sencillamente a cumplir con algunas de sus funciones: soplar, fluir, rugir, despeinar, tronchar..., tronchó de cuajo el tronco de un árbol centenario que superaba en mucho los vistos ayer.

Y pensé que la fuerza no debía estar en lo fuerte y rígido, sino más bien en lo firmemente asentado, en este caso en la tierra que la sustenta, pero flexible, sin presentar oposición.

¿En qué realidad se sustenta el ser humano en este mundo?

Y las palabras del Maestro, a Él le gusta más que le consideremos, sencillamente, como un hermano mayor, llegaron hasta mí:

Estáis en el mundo pero no sois del mundo”.